Uno de los principales compromisos, si no es el más importante, que tiene el sector financiero con la sociedad colombiana es el de apoyar los proyectos y sueños de la gente por medio del financiamiento. Esto, por supuesto, requiere que las entidades provean cada vez más crédito formal tanto a personas como empresas a medida
Uno de los principales compromisos, si no es el más importante, que tiene el sector financiero con la sociedad colombiana es el de apoyar los proyectos y sueños de la gente por medio del financiamiento.
Esto, por supuesto, requiere que las entidades provean cada vez más crédito formal tanto a personas como empresas a medida que la economía va creciendo. La manera más sencilla de medir esta dinámica es por medio del indicador de profundización financiera, que mide el peso de la cartera dentro del PIB.
Aunque Colombia había avanzado continuamente en este indicador desde 2003 hasta el 2020, pasando de 23,6% a 55,4%, las estimaciones para 2023 indican que este indicador habría caído por tercer año consecutivo hasta ubicarse en 44,8%, niveles de profundización que no veíamos desde mediados de 2014. ¡Casi una década perdida!
El mayor retroceso se dio el año pasado, con una disminución de la cartera estimada en 6,8% real, el peor desempeño desde junio del 2000 y que dejó la cartera, en términos reales, en niveles de junio de 2021.
Ese retroceso estuvo estrechamente relacionado, primero, con el débil crecimiento económico del año pasado, que trajo desaceleración del consumo, caída de la inversión y retrocesos en sectores como comercio, industria y construcción; segundo, con condiciones financieras estresadas por cuenta de la elevada inflación y una política monetaria restrictiva, a pesar de las reducciones anticipadas de tasas de interés que realizaron las entidades desde marzo del año pasado.
Y, tercero, con niveles muy altos de riesgo crediticio que percibieron las entidades, lo que ocasionó un endurecimiento en las condiciones de otorgamiento de créditos con el propósito de salvaguardar el ahorro de los depositantes.
Así, la cartera de consumo habría caído 10,7%, la comercial 6,4% y la de vivienda 1,1%, mientras que los microcréditos habrían crecido 1,9%, en línea con la apuesta del sector por la estrategia de financiamiento de la economía popular lanzada por el Gobierno.
El panorama para 2024 es, sin embargo, algo más alentador gracias a la recuperación económica y a unas condiciones financieras más holgadas. No obstante, la recuperación de la cartera, que crecería solo 1,0% real en 2024, será lenta debido a que el crecimiento económico continuará por debajo el potencial, la tasa de política monetaria seguirá siendo restrictiva y la inversión continuará retrocediendo.
Específicamente, se espera que las carteras de consumo, vivienda y microcrédito sean las que más se recuperen, registrando crecimientos reales anuales de 3,2%, 2,2% y 2,3%, respectivamente. La cartera comercial no lograría llegar a terreno positivo, con un decrecimiento de 0,8%.
Así las cosas, la profundización financiera se mantendría estable este año. El reto es gigante, pues el potencial de este indicador, acorde con la estructura productiva del país, es de 65%.
Además, continuamos alejándonos de pares regionales como Brasil y Chile, que tienen indicadores por encima del 100%, de México, donde se encuentra alrededor de 60%, y de Perú, donde bordea 50%.
Sin duda, nuestro nivel de inclusión financiera continúa siendo pandito, y de allí que debamos seguir apostando por la inclusión financiera crediticia, el financiamiento de la economía popular y el open data, estrategias que permitirán impulsar avances en esta materia y llevar más bienestar económico y social a los colombianos.
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