En su columna Raúl Paniagua se refiere al sector turístico en la ciudad de Cartagena. “No es comprensible cómo, con este alud de noticias malas o pésimas de lo que ocurre con los cobros exagerados por servicios turísticos, los robos a turistas, los accidentes con lanchas cerca a las playas, los yates que operan sin licencia, la oferta cada vez más abierta de narcóticos a turistas, de una prostitución prácticamente a todas las horas del día en algunos sectores, como en el Centro Histórico; el turismo sigue creciendo, la llegada de visitantes en cruceros y por vía aérea sigue aumentando”.

Resultan por lo menos contradictorios los escenarios que se observan sobre el turismo en nuestra ciudad a corto y mediano plazo. A pesar de los cambios en el tratamiento tributario a la hotelería y en general al turismo, de la imagen negativa que a nivel nacional e internacional se sigue produciendo de Cartagena, tanto por inseguridad, narcotráfico, homicidios, prostitución y otros factores, se sigue observando gran entusiasmo entre las empresas y los gremios del sector, por las cifras del presente y por los indicios de los próximos meses y años, pues parece que se van a seguir rompiendo récords de numero de arribos por mes en el Aeropuerto Rafael Núñez, las cifras de ocupación hotelera están pasando del 70% en casi todos los hoteles medianos y grandes, y en algunos a casi el 90% durante todo el año, y así una serie de noticias e informes que muestran un sector de gran dinamismo con cifras superiores a las del 2019, con la conclusión de haber superado ampliamente la recesión que significó el Covid en el 2020.

No es comprensible cómo, con este alud de noticias malas o pésimas de lo que ocurre con los cobros exagerados por servicios turísticos, los robos a turistas, los accidentes con lanchas cerca a las playas, los yates que operan sin licencia, la oferta cada vez más abierta de narcóticos a turistas, de una prostitución prácticamente a todas las horas del día en algunos sectores, como en el Centro Histórico; el turismo sigue creciendo, la llegada de visitantes en cruceros y por vía aérea sigue aumentando, la ocupación hotelera se mantiene al alza, las ventas de toda la cadena turística, incluyendo restaurantes, joyerías, organizadores de bodas, conciertos, etc., se mantiene en aumento.

Esto se puede explicar por distintas razones, como el conjunto patrimonial del Centro Histórico, por el valor y riqueza del patrimonio cultural inmaterial, por los atractivos de las playas e islas, y un conjunto de bienes y recursos que han hecho de la ciudad un destino turístico de primer nivel. A estos factores se pueden agregar otras circunstancias producto de políticas de mercadeo, por las tendencias de la demanda del turismo internacional por destinos únicos, originales o con aspectos por explorar, así como por un dólar que convierte a Cartagena en un producto barato o por lo menos atractivo para los extranjeros.

La permanencia o modificación de estos escenarios es lo que puede marcar la diferencia entre dejar que todo siga como está o empezar a actuar para modificar el futuro. Esta última opción no puede ser el resultado de la improvisación, de las promesas o de la débil capacidad de incidencia desde el sector público.

Solo las empresas privadas y los gremios tienen las capacidades técnicas, humanas y económicas para planear y proyectar el futuro, para incidir en las decisiones del sector público, para hacer que no solo su negocio sea sostenible. ¿Por qué no lideran unos procesos de corto plazo para orientar el futuro inmediato de la ciudad, de tal forma que les convenga a todos?

No es comprensible cómo, con este alud de noticias malas o pésimas de lo que ocurre con los cobros exagerados por servicios turísticos, los robos a turistas, los accidentes con lanchas cerca a las playas, los yates que operan sin licencia, la oferta cada vez más abierta de narcóticos a turistas, de una prostitución prácticamente a todas las horas del día en algunos sectores, como en el Centro Histórico; el turismo sigue creciendo, la llegada de visitantes en cruceros y por vía aérea sigue aumentando, la ocupación hotelera se mantiene al alza, las ventas de toda la cadena turística, incluyendo restaurantes, joyerías, organizadores de bodas, conciertos, etc., se mantiene en aumento.

Esto se puede explicar por distintas razones, como el conjunto patrimonial del Centro Histórico, por el valor y riqueza del patrimonio cultural inmaterial, por los atractivos de las playas e islas, y un conjunto de bienes y recursos que han hecho de la ciudad un destino turístico de primer nivel. A estos factores se pueden agregar otras circunstancias producto de políticas de mercadeo, por las tendencias de la demanda del turismo internacional por destinos únicos, originales o con aspectos por explorar, así como por un dólar que convierte a Cartagena en un producto barato o por lo menos atractivo para los extranjeros.

La permanencia o modificación de estos escenarios es lo que puede marcar la diferencia entre dejar que todo siga como está o empezar a actuar para modificar el futuro. Esta última opción no puede ser el resultado de la improvisación, de las promesas o de la débil capacidad de incidencia desde el sector público.

Solo las empresas privadas y los gremios tienen las capacidades técnicas, humanas y económicas para planear y proyectar el futuro, para incidir en las decisiones del sector público, para hacer que no solo su negocio sea sostenible. ¿Por qué no lideran unos procesos de corto plazo para orientar el futuro inmediato de la ciudad, de tal forma que les convenga a todos?

Raul Paniagua es sociólogo , expertos en temas de ciudad.